Hay algo de Van Gogh que siempre me llamó la atención. Sus particulares trazos, sus colores saturados, su composición postimpresionista. Un pintor que me siempre me generó intriga por su existencia llena de desencuentros, su entrega a la pintura, su misteriosa muerte.

En todos estos temas se adentra Loving Vicent, la película que se estrenó el jueves pasado, una producción sin precedente en la que cada fotograma es un cuadro pintado al óleo con el estilo del genial postimpresionista Van Gogh. Durante 5 años, 100 artistas pintaron cada uno de los 62.450 fotogramas del film. Una locura. 

La directora explica que, además de que la historia personal del artista resultaba inspiradora por su fuerte determinación en la búsqueda de un camino propio, por sus cartas y por la fascinación del misterio de su muerte, lo más importante era poder contar la historia de un artista a través de sus pinturas. 


El considerado padre del modernismo levantó un pincel por primera vez a los 28 años. Eso nos dice mucho sobre la posibilidad de volver a empezar, de encontrar nuestro llamado en cualquier momento de nuestras vidas, de conectarnos con lo esencial.

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